miércoles, 20 de agosto de 2014

Gangsters de por aquí cerca. Dani el rojo.

Cuando el gángster es el autor de la novela

Entrevistamos a Dani el Rojo, que fue atracador en la Barcelona de los 80, salió de prisión, se reinventó y trabajó con artistas como Loquillo, Calamaro o Rosario. Ahora publica su primera novela negra. 

Por MARTA GARIJO | 30 de abril de 2014
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Dani el Rojo.©Facebook
Hugo el Tiburón sale de la cárcel y lo primero que hace es irse a ver a Loli, una prostituta. Cuando Dani el Rojo dejó la prisión lo que hizo fue irse a una granja a trabajar un año. Paralelismos y diferencias entre el personaje de ficción y el real. Dani el Rojo publica 'La Venganza de Tiburón', primer título de una saga de libros con los que pretende trasgredir dentro de la novela negra al poner el punto de vista en el delincuente en vez de en el detective. El autor hace este giro con conocimiento de causa y es que antes de dedicarse a la literatura fue gángster, atracador de bancos, toxicómano y pasó catorce años en prisión.
Luce el sol fuera y Dani el Rojo está en Madrid promocionando el libro. Su metro noventa le hace reconocible en el hall de un céntrico hotel. Al hablar enlaza un tema con otro porque lo que hace ahora tiene su origen en lo que un día fue. Hugo el Tiburón no es Dani el Rojo, pero sí que tiene algo de él, algo más que la altura, ambos se movieron en la delincuencia de la Barcelona de los ochenta -uno en la ficción y otro en la realidad-. Sin embargo, el autor es la prueba de que se puede abandonar este mundo y además uno se puede reinventar. Tras salir de la Modelo de Barcelona trabajó llevando el merchandasing de artistas como Loquillo y posteriormente como asistente de artistas como Rosario o Calamaro. Un documental le metió el gusanillo en el cuerpo para contar su historia -de ahí nacieron tres libros- y ahora da el salto a la ficción.
¿Cómo surge este proyecto de novela?
Es una consecuencia de haber estado cinco años con tres libros de no ficción que me acabó llevando a la Semana Negra de Gijón, a la Semana Negra de Buenos Aires, a Getafe Negro,... En estos lugares me rodeo de ese núcleo de la novela negra española y argentina. Me marcó que en una charla en Buenos Aires varios escritores hablaran de la posibilidad de transgredir en la novela negra. Después me llamó Planeta y me dijo que querían entrar en la novela negra, pero de forma diferente. Como tenía aquello de la transgresión en mente pues es lo que les plantée. ¿Cómo se puede ser trasgresor en la novela negra? De entrada en todas las novelas negras el protagonista es el detective o como mucho el periodista judicial. Yo pongo la primera persona del delincuente. La segunda transgresión que hago es porque le he puesto humor al texto. Quiero que en cada capítulo la gente sonría o se ría, el humor es muy difícil pero cuando uno se ríe de si mismo es cuando más disfruta.
Es cierto que en las novelas policiacas el protagonista es el detective, ¿cómo ha sido este giro de enfoque?
A mi me resultaba más fácil. Primero que es donde puedo hablar mejor. Es lo mismo que al elegir los 80 como época en la que trascurre la trama. La historia trascurre en los 80 porque es cuando yo conocía ese mundo. No me hagas hablar de la delincuencia de los 2000 porque en el 97 salí de la cárcel, dejé la delincuencia y las drogas. Para evitarlo lo mejor es no acercarse de nuevo. Solo voy a las cárceles de jóvenes a dar charlas, a las de los mayores para ir a saludar a viejos amigos, no voy. A los jóvenes sí porque les viene a hablar un hombre con cincuenta y pico años, que ha estado 25 años enganchado a las drogas, politoxicómano y que les está diciendo que se puede salir de ahí. Creo que es un mensaje positivo. Pero a los que tienen cuarenta y pico o cincuenta años ya son mayores y saben lo que hacen.
¿Qué hay de ti en el personaje protagonista?
En el aspecto delictivo y de hechos no tiene nada en común, bueno tiene de mi me a mi me podía gustar la 357 -un tipo de pistola-, me gustaban las putas y es alto; la planificación de los atracos, que se erija como líder pueden ser también paralelismos. Aunque en la realidad yo no fui de líder sino que me hicieron serlo. Hugo tiene algunos rasgos míos, pero en los hechos no hay casi nada. En ese sentido no soy yo.
Ahora, también das charlas a los jóvenes... 
Sí, creo que es cuando mejor me encuentro porque creo que es una labor social que tengo que hacer para encontrarme mejor conmigo mismo, no lo hago para redimirme porque yo ya estoy redimido conmigo mismo, que es con quien me tengo que redimir. Voy porque veo que reciben bien el mensaje, me lo paso bien, se ilusionan de verme. La verdad que me gusta. He ido a la universidad o algunos centros culturales. No cobro. Mi mensaje es que se puede salir de cualquier infierno: yo he estado en la coca, en la heroína, en el alcohol, he pasado un cáncer de hígado, tengo anticuerpos del sida desde 86, hace 5 años tuve niños,... Mi mensaje es no te rindas. Si te cansas, respira y tira para adelante. Es un mensaje positivo, que nadie te lo está dando. Todo son mierdas, todo son malos rollos.
Uno es lo que ha hecho. Si me dices ¿y te arrepientes de lo otro? Pues no me arrepiento porque uno es lo que ha hecho, lo bonito es aprender de lo que has vivido, si no aprendes de tu pasado solo se queda en eso, en pasado. Hay que aprender y ponerlo en positivo. Uno es lo que ha vivido y no puedes renegar de los que has hecho, tienes que aprender. Yo ahora llevo 18 años encantado.
Se puede salir de la cárcel y de las drogas, pero usted lo hizo a través del trabajo con artistas. ¿Cómo fue?
Con Loquillo nos conocemos de los 14 años porque éramos dos roqueros en Barcelona, de metro noventa y con cazadoras de cuero, así que, más tarde o más temprano teníamos que encontrarnos. Cuando salí de la cárcel fue el primero que me dio la oportunidad porque para eso era mi amigo. Me dio la oportunidad de entrar en un mundo laboral que me fue muy bien. 
Al salir de prisión me fui a una granja donde me tiré un año de terapia de trabajo. Cuando salí no tenía miedo de volver a drogarme, pero si tenía miedo de si sabré vivir con 100.000 pelas al mes cuando me había estado gastando dos millones de pelas en una hora. Ese era mi miedo. He tenido un enganche muy grande a otras cosas, pero a la adrenalina y al dinero le he tenido mucho. Me fui a una granja porque yo no había trabajado en mi puta vida. Había atracado, que era mi trabajo, pero ahí no se pican hoyos, ni se pica piedra. Me tiré un año currando haciendo cosas como la espurga de la parra, la recogida de la oliva o cargar pollos y luego cuando me venían a pagar les decía que no, que era para mostrar que había salido de la cárcel, de la droga. Cuando te tiras así todo un año trabajando doce horas y sin cobrar luego llegas a la calle y te dan un trabajo de ocho horas y te pagan 80.000 o 100.000 pelas pues lo encuentras una maravilla.
Un día al llevar a mi mujer al aeropuerto, me encontré a Loquillo. Me preguntó si no estaba en la cárcel y me propuso trabajar con él llevando el merchandasing. Lo que hice fue revolucionarlo un poco. Como íbamos por giras y festivales y otros artistas veían lo que yo llevaba otros artistas lo quisieron. Entonces se empezaron a acercar Bunbury, Rosario o Calamaro. Además de eso luego empezaron a ver que yo no bebía, que no tomaba, que podía estar hasta las 7 de la mañana con mi agua o mi Coca Cola y que luego les puedo llevar tranquilamente a casa. Así que aparte de mi función de merchandasing, de buscar el producto para cada grupo, pues se dieron cuenta de esta otra faceta. Como, además, he estado 35 años buscando problemas ahora sé evitarlos muy bien. Por eso, digo seguridad -no guardaespaldas porque no lo soy- soy asistente personal.
En el mundo laboral normal estas cualidades de no beber o de no tomar son normales, pero en el mundo de la música se bebe, se toma, para eso es juerga, son conciertos… Entonces tiene que haber alguien hay sereno y controlando. Los artistas me empezaron a contratar por ahí y entonces vendí la empresa de merchandasing a un amigo. Yo me quedé con mis artistas.

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Dani, el Rojo
Desde ahí, cuando usted trabaja con los artistas ¿Cómo es la transición al mundo de los libros?
Los artistas pertenecen al mundo de la farándula, donde entran todos: directores de cine, actores, presentadores o azafatas. Cuando les explicaba mis historias se quedaban impresionados. Lo mismo que me pasaba con amigos, pero que con ellos yo lo veía normal porque eran personas normales. En cambio, cuando empiezo a ir con directores de cine o artistas y al hablar veo a todos con la boca abierta, cuando son creadores de fantasía, entonces pienso que tengo algo que contar.
Todo se desencadena porque TV3 me contrata como asesor para un documental que se va a llamar Atracadores de los 80. Quieren que busque cuatro perfiles diferentes, que llegaran al robo por diferentes razones. Entre lo que me piden está que el cuarto atracador sea catalán y reinsertado. Ahí les digo: 'catalán y reinsertado, solo soy yo. Y español también'. En el documental aparezco como el Señor R. El guionista de este documental me vino cuando acabamos de rodar con con 60 páginas y me dice 'esto es el principio de tu novela'. Es Lluc Oliveras con quien luego acabo escribiendo tres libros.
Barcelona es el lugar donde Dani el Rojo vive y también es donde transcurre la trama de su libro, ¿es un buen lugar para la novela negra?
El escenario en esta primera novela es Barcelona, pero en la segunda -que se publica el dos de junio- ya es otro escenario totalmente. Como bien dice el título - la Venganza de Tiburón- en la trama hay una muerte y Hugo se tiene que ir a otro sitio para luego volver cerca de Barcelona.
Entonces a Hugo el Tiburón no lo vamos a dejar...
Lo hemos enfocado a nivel saga. Ahora vienen tres, pero espero que se queden encantados y la editorial pida más. Es una novela clásica solo que con el cariz desde el lado del delincuente y que te rías con las chorradas que pueden llegar a hacer o les pueden llegar a otros.
Los protagonistas tienen un comienzo un tanto accidentado a la hora de entrar en la delincuencia, ¿le ha pasado a usted?
Como Dani el Rojo nunca me pasó eso, pero creo que son momentos que el público espera una cosa y les choca. Es una situación surrealista. Son dos jóvenes fuertes que han venido de la mili, que van a atracar un banco vestidos de mujeres y de repente unos yonquis atracan el banco antes que ellos. Esa escena si uno la mira es surrealista. Soy un gran seguidor de Tom Sharpe y me gusta el humor desquiciado, esos toques que no te esperas y te ponen la sonrisa en la boca. Hacen que sea más amena la lectura.
La entrada de los protagonistas en la delincuencia responden a una necesidad económica...
Los delincuentes van a ser los protagonistas y creo que es una forma de que el lector empatice con ellos. Hugo vuelve de la mili y a su padre lo van a echar de la cadena de montaje, los van a desahuciar. Yo escribo desahucio y no desalojo, cuando no es una palabra de los 70. Si yo hubiera puesto desalojar, quizá no sonara tan actual. Quiero mostrar que hay una analogías entre los 70 y ahora. Por ejemplo, se habla del ELA -esclerosis lateral amiotrófica- que en aquel momento el tratamiento no lo pagaba la Seguridad Social y ahora tampoco. Escribo sobre estas cosas y las cito con mucha mala leche para que la gente vea los paralelismos que hay y los problemas que no se han solucionado. Es una forma de explicar al lector porqué acaban haciendo lo que hacen. Ellos tienen su propio código de honor entre ellos, con su madre,... No son mala gente, pero las circunstancias les han llevado por ahí.

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