Nunca había oido hablar de las barrancas del cobre hasta que conocí a Juan Ruiz. Vecino, aparentemente era un veterano tranquilo, muy educado, con el que paré a hablar alguna vez. No sabía que además de escritor era, hasta entonces, un fotógrafo de renombre internacional que entre otras experiencias, y tenía cientos de ellas, acostumbraba a pasar tres meses al año, mes más, mes menos, entre las tribus de los tuaregs del Sahara. Un día, en la librería Tintas , Fernan, el encargado y una de las almas de la misma, me sorprendió hojeando un libro, "Jaguar", que me había llamado la atención. Al preguntarle qué tal estaba, me contestó si no le conocía, pues resultaba que era vecino. Vivía a menos de cincuenta metros del portal de casa. No recuerdo cómo, pero conseguí hablar con él y le pedí que me dedicara el libro. Lo hizo, encantado, y a partir de aquel día nos encontramos unas cuantas veces más. Conseguí que diera una conferencia en el colegio de mis hijos sobre su vida profesional proyectando parte de la maravillosa colección de diapositivas que poseía, pues como fotógrafo que era, conservaba prácticamente todas las copias que había hecho y enviado a diferentes periódicos y revistas, National Geographic y The New York Times entre otros. La conferencia fue un éxito total. A pesar de que se dio solamente parte en el horario lectivo y que muchos niños salieron en cuanto sonó la hora, los que se quedaron no salían de su asombro viendo a aquel hombre impecable que les estaba hablando de experiencias que no encajaban con su porte aristocrático, pero de cuya veracidad no cabía la menor duda.
Pasó el tiempo y, sabiendo que pasaba largas temporadas en Rusia y en el Sahara, dejé de verle para recibir un día la fatal noticia de que hacía tiempo que había aparecido muerto en su casa del Barrio.
Se encontraba preparando un libro sobre la trata de esclavos y esclavas en Africa.
Me encantaría que si alguien conserva algún tipo de información o foto, me lo hiciera llegar.
Su nombre era Juan Ruiz. Viajero, escritor y fotógrafo. Y todo un señor.
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